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Cuando Inés dejó el país tenía 28 años. Se fue a vivir al sur de Grecia junto a un hombre llamado Fotis, al que había conocido durante el verano del 2009. El regresó unos meses después y se comprometerieron. Abandonaba su carrera, una tesis interminable y la memoria de la muerte de su antiguo esposo que ocurrió en una de las selvas de Ecuador. Pasó quince años en la que el único contacto eran los correos que recibía y enviaba a su madre. En noviembre del 2025 reservó unos boletos redondos, su madre había sido internada en el hospital. Sufrió una caída y su estado era grave. Cuando ella volaba de regreso su madre murió.

sastres negros


una limosina abandonado desde 1984
una camioneta con la caja de cristal y en la que hace una década pasearon mujeres en tanga que promovían un cereal de avena
un coche que el senador le regaló a su chofer porque allí decidió el asesinato de 17 hombres
una motocicleta que pertenece al chico que era un genio en el billar y en las peleas callejeras
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esto no es realismo


niños en sillas de ruedas rojas
perros sin ningún color tiritando
vendedores con tatuajes que tienen el movimiento de los reptiles en otoño
cuerpos en las banquetas
cajeras que escuchan las grabaciones que un psicótico realizó durante 33 años en el interior de un sótano a las cuatro de la mañana
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Había una pareja: ella era hindú y él un tipo de Manchester, también había una chica que lloró con Pyramid song


Imagino tu adolescencia:
un cuarto
con la puerta cerrada
y tú detrás escuchando
las voces de los vecinos.

El stereo
con canciones italianas,
dando vueltas
con los ojos cerrados.

Un álbum fotográfico
del que han sido arrancadas
muchas imágenes
porque tu madre se fue hace unos años,
porque tu padre vivió con otra familia,
porque un día encontraste cerrada
la escuela y pensaste que era mejor escapar.

Una lámpara
y una caja donde guardas
boletos de cine,
recortes de revista,
papeles escritos con tinta verde
y un frasco con pastillas azules
que sólo abrirás 12 años después.

Una sala donde dos personas miran una película danesa



Salimos al patio de la biblioteca. Llevabas una blusa blanca y unos aretes que una amiga de tu madre compró en Bolivia. Sacaste un álbum fotográfico negro de la mochila. ¿No te molesta, verdad? Si no quieres verlo, no lo vemos. Cuarentaynueveminutos en los que despachamos tu infancia y adolescencia. Imágenes dentro de una casa, cerca del mar, con el uniforme de la secundaria. Hubo una época en que me fascinaba usar vestiditos, mira aquí hay una, ese me lo regaló mi abuela.


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una camioneta
a 120 km/h
en la parte de atrás
cajas con frutos rojos
y un hombre y una mujer
que pasaron el día
asoleándose y hablando
a los dos les gusta el viento en la cara
antes de bajar él toma
uno de esos frutos rojos
y lo muerde
se lo ofrece a la mujer
que lo rechaza
en la página 34 abajo de la instantánea
escribimos:
ninguno sentíamos miedo


Fotografías en la cabeza


..........un estacionamiento vacío con las lámparas encendidas y una mujer de lado izquerdo que levanta un pedazo de papel verde
.
..........un ventilador con las aspas rojas y el rostro de un hombre de cuarenta y cuatro años que recién supo que sus exámenes de cáncer de próstata son negativos
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..........un frasco negro con tapa azul con pastillas contra la migraña en una mesa de madera rodeada de bolsas de palomitas y un vaso de vino servido hace tres semanas
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..........un televisor encendido (transmiten un capítulo del cowbow bebop) sobre él velas con formas de plantas y reptiles a medio consumir
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..........un pantalón de mezclilla que comienza a romperse colgado en un tendedero en el que hay tanques de gas y una bandera de Ruanda
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..........un hombre sentado sobre un cartón enorme en el centro de un puente peatonal

Vaya a la planta baja en la ventanilla pague y regrese al archivo


Saco una cita en un hospital
que fue fundado en 1524.
Tengo la ficha 11.
La 10 pertenece a un anciano
que platica con la enfermera.
En la sala hay otros hombres.
Imagino que hay dos grupos:
los que tenemos la verga podrida
y a los que la próstata asesinará.


Escribo dos nombres con plumón rojo en el brazo izquierdo


Con mi hermana jugué poco en la infancia.
Demasiada televisión.
Demasiada escuela.
Pero uno de nuestros pasatiempos
era nombrar trabajos que ejerceríamos
en el futuro:
dibujante de las líneas blancas de los mosaicos,
separador de botellas verdes.
De mi lado sólo he cumplido uno,
ser guía turístico.
Lo desempeñé mal:
al concluir el recorrido estaba deprimido:
usar casco espacial durante años
me ha reducido la mirada.
Esto lo entendí mientras un hombre
fumaba y gritaba en griego.


Cuatro instantáneas


Una mujer de unos cuarenta y tres años en un vagón del metro.
Tiene audífonos.
Son las nueve con veintisiete de la noche.
Salió del trabajo hace tres horas.
El tren llega a la terminal.
La mujer no baja.
Se reacomoda en el asiento.
Mira cómo entran los viajantes.
Estará hasta las once recorriendo la línea.
Después irá a su casa donde no puede oír música
porque su esposo está muy cansado,
porque su hijo sigue enfermo.
Donde sólo llega a dormir por unas horas.
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Frente al Vips unos teléfonos públicos.
Mucho ruido para hablar allí.
Dos avenidas grandes cerca.
Un hombre toca una guitarra y canta
a un auricular descolgado.
Una melodía de Roberto Carlos.
Al otro lado de la línea lo escucha una mujer.
Apenas distingue la voz del hombre
entre las conversaciones de los que cruzan
y el ruido de los autos.
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19:23
Aún no obscurece.
Un edificio con las luces exteriores encendidas.
El descanso y las escaleras del tercer piso azules
sobre un fondo gris plata del cielo
y un pardo sucio de la fachada.
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Un perro abre una bolsa de plástico.
Husmea.
Abre el hocico.
Lo enmierda.
La bolsa está llena de papel higiénico.

16 donas por 10 pesos ¿no te conmueve esa frase?


Recuerda que ya nunca más volverás a metérselo.
Tenía un olor peculiar.
Cabellera caoba y bonita ropa.
En realidad poco es lo que recuerdo.
Me amó para siempre
Me hundió.

El olor peculiar era el de un perfume caro (chanel), porque ella no olía a nada, ni a sudor, ni a sexo, ni a saliva,
la cabellera corta y no necesariamente tan negra.

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Cosas que recuerdo, pero que no sucedieron:
una explosión causada por dejar encendido por catorce horas el boiler,
colocar pequeñas imágenes sobre carteles del Alicia,
hacer construcciones con cajetillas de cigarros,
repetir la visita de tu madre: yo desnudo viendo Sex and the city.

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En la oficina una mujer me muestra las piernas:
es una persona de sesenta y dos años,
durante diciembre cayó de las escaleras (cuatro escalones)
es el primer hecho del año que me causa asco
y una infinita ganas de ser un asesino.